Javier, originario de Cuernavaca, encontró en el voluntariado una forma de retribuir al albergue que lo acogió junto a otros migrantes en busca de una vida mejor en Estados Unidos.
Llegó a Tijuana hace poco más de un mes, buscando una oportunidad que mejorara su calidad de vida. En el albergue “Embajadores de Jesús”, uno de los 32 en la ciudad, más de mil migrantes aguardan sus citas con CBP.
Javier, maduro y comprometido, se convirtió dentro del albergue y todos los días visita la cocina “Tijuana sin hambre”, que abastece a 17 albergues diariamente entre ellos el lugar en el que vive. “No todos pueden recoger sus comidas, y el voluntario es el que puede ayudar”, explicó.
En ese espacio vive una gran cantidad de niños y adolescentes, por lo que la ayuda de voluntarios se vuelve esencial. Javier, satisfecho con su labor, expresó: “No es lo mismo estar esperando que uno mismo ayude con lo que nos dan”.
Originario de Cuernavaca, dejó su oficio de alfarero en busca de nuevas oportunidades debido a la violencia y bajos salarios en su ciudad natal. Aunque Tijuana lo ha recibido bien, su prioridad sigue siendo obtener acceso a Estados Unidos mientras espera la atención de CBP.
“Si salgo de mi lugar es para buscar algo mejor, no digo que aquí no lo pueda encontrar, pero para el tiempo que llevo es poco”, comentó Javier, dejando abierta la posibilidad de quedarse en Tijuana si encuentra una mejor forma de vida con el tiempo.
El voluntariado no solo ha fortalecido la red de apoyo en los albergues sino que ha brindado a migrantes como Javier un propósito y una oportunidad para contribuir positivamente a la comunidad que los acoge mientras esperan la oportunidad de cruzar la frontera.
