Hacemos periodismo, compartimos historias y formamos nuevos profesionales.

Las redes sociales y la creación literaria

0

Prendí el celular para publicar algunas fotos en mi cuenta de Instagram, a veces guardo ahí las cosas que me gustan, pueden ser lugares, fiestas, situaciones, lo que sea, pero que de alguna manera me lleve a un recuerdo o a un pensamiento agradable; mágenes de las cuales, de alguna pueda tener la intención de escribir algo.

Estaba en mi tarea, cuando de pronto sale ante mi vista un meme, que más que causarme gracia, me hizo pensar en una situación que para mí es rara. El meme en cuestión, trata de una forma ligera la idea de que ahora existen muchas personas que quieren ser escritores, pero no desean escribir o no escriben, lo que me parece fascinante, de verdad sería un buen tema de estudio.

Lo señalo porque cuando era joven, no soy vieja todavía, pero digamos que cuando era más joven, la simple idea de soñar con ser escritores, desde luego implicaba en primer lugar escribir y no solamente escribir cualquier cosa, no, se tenía que trabajar sobre lo ya escrito; trabajar y trabajar sobre los textos que más o menos considerábamos que podrían servir para algo; no se diga en el caso del texto literario, que siempre necesitó de toda la atención, además de horas en la tarea de edición y la segunda cuestión, de igual importancia era la lectura, pero ese es otro tema.

Por lo que me enteré a través de ese sorpresivo meme, ahora las personas desean ser escritores, pero no escriben, no sé, imagino que en sus perfiles de las más conocidas redes sociales, suben algún tipo de frases, escritos, pensamientos o no sé qué otros nombres les den a las cadenas de palabras que publican, muchas veces son copias de autores, que en realidad se esforzaron por darnos algo propio.

Entonces, tengo la sensación de que lo que importa ahora no es la calidad de lo escrito, sino más bien la cantidad de likes, vistas, corazones, reacciones y todo lo que implica subir material a una red social, no sé si es bueno o malo, simplemente es lo nuevo.

Lejos estamos del tiempo en que temblorosos nos presentábamos en cuanto taller era posible, con un par de poemas en la mano para realizar un verdadero ejercicio de lectura que iba más allá de la simple comprensión, de verdad se hacía de manera profunda y respetuosa, aunque nunca faltaban los desacuerdos, pero al final siempre, siempre, salíamos con un texto digno de ser leído y compartido; lo más importante, ahora que lo veo, salíamos con un poema que bien o mal, había sido creado por nuestro propio pulso, había nacido de nuestra visión de la vida y de la naturaleza de las cosas, no era un copia y pega divino, con alitas de ángel o de mariposa, purpurina de colores, palabras que se mueven al unísono con alguna tonada pegajosa de fondo.

La literatura era otra cosa, nuestros maestros nos exigían esa novedad del lenguaje, de la que habla Bachelard en la Poética del Espacio; tal vez ahora vamos a exigir también esa novedad pero a través de las infinitas modificaciones de alguna aplicación. Veamos a qué nos lleva, hacia dónde va la tecnología, qué pasará con los textos desnudos, con esos que son solamente palabras, una tras otra, que han salido de la mente creativa de un escritor de este siglo, ¿se van a perder, dará pereza leerlos porque no tienen sapitos y unicornios o siguen la tendencia de moda?

Tal vez las escritoras como yo tendremos que dejar a un lado la vieja computadora portátil para instalarnos de manera definitiva en nuestra diminuta oficina de bolsillo, el celular, la Tablet o alguna otra cosa inteligente y comenzar a crear videos, bailar y escribir al ritmo de algún tono simpático, ponerle cuanto tamiz se nos ocurra a lo que tomamos de otro perfil y subirlo como propio, ya intervenido, con infinidad de estrellitas.

¿En algunos años, todavía habrá quién escriba poemas o tal vez estamos destinados a ver repeticiones con nuevos filtros, más llamativos, más luminosos, únicos por un momento?

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.