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Guerrero, una tierra de éxodo constante

Foto: Cortesía del Centro de Derechos Humanos Minerva Bello
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Por David Juárez

Guerrero se ha convertido en una tierra de éxodo constante, pero sin paraíso ni tierra prometida. Tras el desplazamiento forzado, queda la vida, la alegría, los sueños, así lo reflejan los rostros de cientos de desplazados víctimas de una cruenta guerra entre grupos delictivos por el territorio. 

Desde los años sesentas, Guerrero ha reportado poblaciones enteras desplazas en esas décadas por contrainsurgencia, ahora por grupos de delincuencia que buscan apoderarse del territorio (rutas de trasiego, recursos minerales, recursos maderables) cada población que se apaga y recorre un viacrucis a un “lugar seguro” sufre pena y desolación. 

Desde el llegada de la gobernadora Evelyn Salgado Pineda, en Octubre del 2021, el problema del desplazamiento se agudizó sobre todo en la Región de Tierra Caliente, Región Norte y en la Región de la Costa Grande.

“El poder” fáctico de La Familia Michoacán ha desplazado a poblaciones enteras, causando masacres como la del Poblado del Durazno en el filo Mayor de la Sierra Guerrerense, donde el desenlace fue de 20 hombres asesinados entre ellos un menor de 11 años, todos con kaláshnikov (AK-45) al estilo del narco, esto, porque el poblado no quiso trabajar con ellos.

Personas desplazadas por la violencia. – Foto: Cortesía del Centro de Derechos Humanos Minerva Bello

A esto le han seguido infinidad de poblaciones, como El Parotal, también serrano en la Región Costa Grande, el cual ha sido agredido con drones artillados, la nueva estrategia implementada por la delincuencia organizada.

El pasado 3 de mayo habitantes del Nuevo Caracol, comunidad perteneciente al municipio de Heliodoro Castillo (Tlacotepec), municipio serrano de la Región Centro del estado, sufrieron la misma calamidad, agresiones con drones artillados, según declaraciones de los pobladores, operados por la Familia Michoacana que no ha frenado su paso desde 2021. 

Los drones lanzaron seis bombas sobre el caserío, lo que obligo a la salida de mujeres y niños, para el día 8 ya con población desplazada y con solo la presencia de hombres en el Nuevo Caracol, nuevamente 11 bombas cimbraron el suelo. 

La comunidad del Nuevo Caracol ha vivido en un eterno éxodo, pues primero fueron desplazados por una hidroeléctrica en 1987, el pueblo se encontraba en la Región Norte del estado y ahora nuevamente el viacrucis ha llamado a su puerta.

Desde el día 3 de mayo, más de la mitad de la población duerme y vive en la iglesia de Tlacotepec, se mantienen de ayuda humanitaria, pero esta es insuficiente, aunado a esto más de la mitad de personas presentan problemas de salud como diarrea, tos, gripa, fiebre, dolor de cabeza y crisis nerviosa, esto fue dado a conocer en un comunicado por el Centro de Derechos Humanos Minerva Bello, quien los asiste. 

El llamado que hace el poblado Nuevo Caracol a las autoridades de los tres niveles de gobierno, es el mismo de cientos de pueblos: “que se restablezca la seguridad en su comunidad y poder retornar”. 

Guerrero ocupa el segundo lugar a nivel nacional de desplazamiento forzado, según datos de la Gaceta del Senado de la República 2016, el Centro Derecho Humanos José María Morelos y Pavón contabiliza 20 mil desplazados, lo que lo convierte en el estado con más desplazados. 

Ante una grave crisis de seguridad en el estado y particularmente en la majestuosa Sierra Madre del Sur que bordea la cordillera guerrerense de su sierra una crisis humanitaria se aproxima, pues el silencio e inacción de los Tres Niveles de Gobierno preocupan a la población. 

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