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Dos libros de crónicas musicales sobre el underground de Tijuana y las tocadas en la CDMX

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Por Daniel Salinas Basave

Uno es los libros que ha leído, la pintura que ha visto, la música escuchada y olvidada, las calles recorridas… y bueno, supongo que don Sergio Pitol pudo perfectamente haber escrito “y las tocadas a las que ha acudido”. Ni modo que negáramos la cruz de nuestra metalera parroquia. Nuestra ruta existencial está marcada por aquelarres de ruido embrujado.

En riguroso y delicioso desorden leo andanzas de ayeres y atasques rockeros plasmadas en un par de libros que me han regalado esta primavera. El tremendo Juanito Podrido puso en mis manos Nosotros iniciamos el incendio y me hizo recordar que los dulces sueños están hechos de esto. El Rotten, la Mismísima (e incluso Brisa en el vientre) corren la milla por las calles tenochas y el incendio incluye lo mismo hoyos semiclandestinos que foros multitudinarios como el Vive Latino o el gabacho House of Blues, donde escuchan lo mismo a Tigres del Norte que a Extreme Noise Terror pasando por The Cure.

El otro libro que me regalaron en la Feria de la UABC, es Crónicas Tixua-Rockeras, escrito por Jesús Hernández, bataco de Mercado Negro, pioneros del punk tijuanense. Más que una historia de su propia banda, Jesús pinta un mural de época narrando la mítica escena underground tijuanense de los años ochenta, cuyas leyendas yo escuchaba desde la lejanía con fascinación y envidia.

El pasaje que más disfruté, sin duda, es el de la legendaria tocada de los Dead Kennedys en la Casa de la Cultura en diciembre de 1985. Imagínate, los mismísimos Kennedys en su mero auge, cuando realmente hacían enojar a Reagan. Confieso que ignoraba todo el mal rollo de Solución Mortal y su supuesta hostilidad, así como los detalles sobre la estadía del Biafra en Tijuana.

Del libro de Podrido lo que más disfruté fue el pasaje de la tocada de los Rucos de la Terraza en Morelia durante el aniversario de la Revista Clarimonda del incansable Manuel Noctis. Confieso que nunca había escuchado a los Rucos. De inmediato los busqué en YouTube y órale… qué banda más dañada. Ideal como soundtrack de lectura.

La Tijuana que narra Jesús es una ciudad que no conocí, pues llegué muy tarde. Yo irrumpí en Tijuas en 1998, cuando aquellas leyendas eran ayeres y ahora la revivo a través de las fotos del gran Alfonso Lorenzana, que agregan enorme valor al libro.

La CDMX que narra Podrido es una ciudad que tampoco conocí, pues yo me fui de ahí en 1992. Entre el 89 y el 92 acudí a decenas de tocadas: las tardeadas dominicales del L.U.C.C., las noches en Rockotitlán y el Tutti y la mítica arena de Tlalnepantla en donde vi desfilar al mejor Thrash-Death de la época, pero no me tocó la era de los conciertos multitudinarios o los festivales. De Tijuana me perdí la era del Iguanas y el surgimiento del No, Mercado Negro y Solución Mortal.

En fin…uno es las tocadas a las que ha acudido y ya me anda haciendo falta una. Ikercho, mi hijo, desea que la próxima sea The Warning.

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