Por Judith Cabrera / Border Line Crisis Center
¿Cuánto vale la vida de una persona migrante en México? Esther, una mujer ecuatoriana, venía viajando en camión a Tijuana con su familia: esposo, hermano, tío y dos hijos. Los bajaron en Caborca. Les robaron lo que traían, dinero, papeles, y secuestraron a los hombres.
El miércoles llegó a Tijuana con sus hijos, les recibimos en el albergue, no habían comido. Mientras se hacía una intervención psicológica con Esther, recibió la llamada en la que le pedían el rescate. Y mientras se hacían las diligencias para denunciar el secuestro de los tres hombres, ella estaba haciendo llamadas para conseguir el dinero. 2 mil 500 dólares por persona, pero igual pudieran ser un millón cuando no los tienes.
¿Quién protege a las personas migrantes en México? Lo primero que supimos es que el Instituto Municipal de la Mujer no le podía dar asesoría ni acompañamiento por no tener papeles de identidad. Ya hemos visto en otras ocasiones cómo no quieren tomar sus denuncias en el Ministerio Público porque no tienen INE -un pretexto para no trabajar, porque no es un requisito-.
En otras ocasiones la Policía Municipal, incluso la Unidad de Atención a Víctimas de Violencia de Género, decide llamar al Instituto Nacional de Migración indiscriminadamente, sólo porque se trata de personas extranjeras. Insisten en ello aunque se les indique que es ilegal la colaboración entre policía y migración, la “polimigra” que le llaman. Insisten en hacerlo aún sabiendo que una persona extranjera sin papeles está en riesgo de deportación. Si nos descuidamos, en vez de que el sistema le procure justicia y el regreso con vida de sus familiares, Esther amanece en Ecuador.
El acompañamiento en estos casos parece marcar toda la diferencia. Gracias al esfuerzo de nuestros voluntarixs que acompañaron en todo el proceso, Esther pudo recibir orientación y presentar su denuncia sin ser puesta en manos del INM -evitando una posible deportación irregular-. Para ella, en estos momentos, lo más preocupante sigue siendo el bienestar de sus seres amados, me imagino que no tiene cabeza para mucho más, como preocuparse por todo lo que pudo haber pasado si Mariana, Andrea y Diana Gabriela no intervienen.
Se libró de sumarle más injusticias a la tragedia que ya está viviendo y qué bueno. Nuestro más profundo agradecimiento a quienes encuentran en su corazón la generosidad para acuerpar a estas mujeres que no cuentan con nadie más al llegar a esta frontera.