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Contribuir al lenguaje sonoro: La misión de Alguien Saltó del Sexto Piso

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No voy a pretender tener la cifra exacta, pero estoy seguro que estamos en una época en que los proyectos musicales abundan en demasía, y aunque mi cinismo me obliga a ver eso como una espada de doble filo, esta observación no es precisamente una queja; para alguien que gusta de consumir música, creo que estamos en el mejor momento: tenemos a nuestra disposición todo el catálogo de la vieja guardia al igual que bastante material de aquellos proyectos que no tienen ni tres años de existencia y todo lo que hay entre estas dos generaciones. 

Esto hace que la cuestión de calidad vs cantidad cada vez sea más obvia y es entendible. Habrá quienes renieguen que ya nada es como antes y hagan menos las propuestas de los jóvenes, y habrá quienes rechacen todo lo que existió antes que ellos por considerarlo aburrido. Yo me encuentro en un punto medio, reconociendo que la arrogancia juvenil no siempre se traduce en la radicalidad e innovación que muchas veces profesan, y que la renuencia del adulto por el cambio no siempre es admirable. Hay que saber tomar las cosas por lo que son. No vamos a medir a una banda primeriza con los mismos estándares o expectativas que a unos Radiohead, por ejemplo. Hay que saber identificar y apreciar el potencial. 

Esto me lleva a la banda del día, los locales Alguien Saltó del Sexto Piso. Fundada en octubre del 2022 por Iván (batería) y Sergio “Mermelada_lilaou0” (voz, guitarra), desde el 2023 hasta la fecha, han lanzado tres álbumes en los que tanto el material, así como su presentación, nos lo dan en estado crudo: grabaciones rudimentarias, portadas sin tanta edición y ejecución despreocupada como si se tratase de un ensayo – eso sí, con mucho feeling

Quienes tiran de los hilos fungiendo como influencias, no esconden su identidad, pero al tratarse de una banda en estado embrionario, no vale la pena usar eso en su contra. Basta decir que hay mucho de ese sonido indie guitarrero a lo Galaxie 500 con sus altas y bajas, y ligeros desvíos a cuestiones electrónicas (confeccionadas por ambos miembros de la banda) que podrían desarrollarse y gestar un digno heredero de bandas como Stereolab. También hay un poco de los ya sobreexplotados NEU!, pero -expresado por el mismo Iván en una plática- hay un interés por deslindarse de eso para explorar otra cara del krautrock, especialmente aquella abanderada por Faust.

El compromiso de la banda con su evolución es discreto, pero tangible. En su primer álbum, Salir de Casa (independiente, 2023), la banda se sostenía fuertemente de sus influencias al punto de no resultar muy sobresaliente, pero en Súbase, Agárrese y Cállese (independiente, 2023) aumentaron su rango, fluctuando entre lo narcótico, caótico y sereno, con un lenguaje un poco más amplio que se alejaba de la simpleza de su álbum primigenio; y no me refiero a simpleza técnica, sino que la agrupación no se permitía no sonar como lo que escuchaban en aquel entonces. En contraste, Súbase presenta una experiencia más completa que, si bien sigue teniendo referencias obvias, resulta más interesante por su evidente crecimiento. 

Respecto a su último lanzamiento, Abierto Viernes y Sábado (independiente, 2024), habrá quienes se cuestionen si era necesario que durara una hora y media, y aunque me encuentro en la incómoda posición de estar de acuerdo, también abogaría por el hecho de que pueden hacerlo porque no hay compromiso alguno que les dicte lo contrario. No obstante, en comparación con el anterior, este álbum sólo representa un movimiento lateral para la banda, pero dentro de toda esa maleza de canciones hay algo sustancioso con un sello propio en formación. 

La misión que el par tienen para este proyecto les va a exigir forjarse y curtirse, pues sus objetivos no son pequeños. Sus metas son claras: tocar en una edición del Pitchfork Festival, tener sesiones en vivo que se salgan de la típica presentación de estudio, y -la más importante creo yo- contribuir al lenguaje sonoro. Cuando le pregunté a Iván si podía clarificar eso último, me respondió que quieren “…formar parte del mar de ruidos que construimos entre los que hacemos y consumimos. Como que otras bandas algún día digan ‘hay que hacer una rola tipo Alguien Saltó’…”. 

A pesar de esa meta tan ambiciosa, aquí no hay aires de grandeza. Alguien Saltó sabe no tomarse tan en serio, y aunque en un principio parecía que eso vendría a costa de cuidar su música (lo cual pasa seguido, hay que admitirlo), afortunadamente no es el caso. Tienen esa despreocupación juvenil que te impulsa a crear desde lo visceral, pero poco a poco se va sintiendo el balance entre lo instintivo y lo premeditado. 

Antes de cerrar, para iniciarse con esta banda, un servidor les recomienda tentar las aguas con “Drowning the Cow”, “Muerte en Tráfico”, “Cigarette Break” y “Going P” en donde encontramos el espíritu de Spacemen 3, Ought, The Fall, Yo La Tengo y hasta la vena más caótica del noise-rock. Un buen lugar para empezar. 

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