Teuchitlán, la ceniza estancada: Estados se manifiestan contra el horror en Jalisco
Por José María Flores
En recordatorio de quienes no nos acompañan, cientos de miles de zapatos y veladoras rindieron tributo a las más de 120 mil personas desaparecidas en México, tras el hallazgo de campos de exterminio en el Rancho Izaguirre, municipio de Teuchitlán, Jalisco.
En este predio a ocho minutos en vehículo de la cabecera municipal, dedicado al presunto adiestramiento de personas reclutadas por vía de la fuerza, miembros del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco registraron el 5 de marzo el hallazgo positivo de prendas de vestir, calzado, al menos tres crematorios clandestinos y diversos objetos de uso personal. Indicios que plantearon suponer actividades ilícitas llevadas a cabo por integrantes del crimen organizado desde 2024, durante la gestión del entonces gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez.
A diez días de iniciadas las indagatorias por parte de autoridades jaliscienses, en coordinación con la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB), la cual se desprende la Secretaría de Gobernación, numerosos colectivos y simpatizantes en todo México convocaron para el sábado 15 de marzo a la realización de manifestaciones pacíficas en rechazo de la violencia generalizada.
Al menos 18 ciudades repartidas en 15 estados del país alzaron la voz esa tarde hacia las 17:00 horas en adelante: Baja California, Sinaloa, Veracruz, Zacatecas, Ciudad de México, Morelos, Michoacán, Colima, sin mencionar Jalisco, fueron solo algunos de los puntos neurálgicos donde manifestantes reclamaron justicia por las vejaciones a la dignidad humana representadas en las estadísticas: 124 mil 264 personas desaparecidas, no localizadas o localizadas sin vida, según datos oficiales del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO).
En las invitaciones a la población en general se podían leer dos requisitos básicos: llevar un par de zapatos viejos o en desuso y una veladora. Entre estas, además, hubo las que especificaron la cantidad exacta de calzado y velas estimadas para entregar como ofrenda a la memoria de las personas desaparecidas: “Teuchitlán ¡Ya basta! 400 velas + 400 pares de zapatos”, puntualizó un flyer en ocasión del “luto nacional” organizado en la Glorieta Cuauhtémoc, Tijuana, estado de Baja California, donde también se invitaba a familiares víctimas de vivir en carne ajena la desaparición forzada.
Decenas de fotografías y videos difundidos vía redes sociales captaron a los centenares de grupos y colectivos que al caer la tarde se dieron cita en el Zócalo capitalino de la Ciudad de México; en el Jardín de la Memoria, de Culiacán, Sinaloa; el Parque de la Piedra Lisa, recinto célebre por albergar la Plaza de los Desaparecidos, en Colima; el Memorial Permanente de Personas Desaparecidas, en Ciudad Juárez, frontera mexicana con Estados Unidos sobre territorio chihuahuense; en el Jardín Obelisco, de Fresnillo, Zacatecas, así como la Plaza de Armas ubicada al centro de la Perla Tapatía, de Jalisco, entre un largo y significativo etcétera, atiborrado de zapatos numerados como analogía del horror vivido años atrás.
Las contramedidas oficiales en materia de seguridad pública ante la ola de indignación ofrecieron diferentes grados de oposición o aceptación, que en el peor de los escenarios desencadenó conatos de riñas entre el cuerpo de granaderos y grupos aislados de manifestantes.
La congregación frente al ingreso del Palacio Nacional, en la Ciudad de México, atestiguó momentos cruciales, con la colocación ritual de veladoras y zapatos a los pies del edificio capitalino, el posicionamiento de familiares, que hicieron lectura de un pliego petitorio dirigido a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, más la celebración de un acto religioso, a cargo del Eje de Iglesias Brigada Nacional de Búsquedas.
Si bien las concentraciones de familiares, colectivos y simpatizantes de la población civil atravesaron fases similares, las cuales inauguraron el evento colocando sus ofrendas en superficies donde se depositaron, además, lonas con fichas de búsqueda, flores, cruces, fotografías, en zonas concretas del país, tales como Fresnillo, Zacatecas, se dio cuenta de problemáticas de carácter local.
El medio periodístico Área Informativa registró las proclamas en apoyo a una de las madres afectadas, quien recordó entre sollozos algunos y algunas en los listados oficiales. ¡No estás sola! ¡No estás sola!, vocearon otras mujeres alrededor, luego de que se le quebrara la voz al subrayar “la impotencia de no saber nada de ellos”. Un micrófono pasó de mano en mano por cada turno para mencionar el nombre de su familiar sin aparecer, a lo cual un coro de voces femeninas respondía al unísono: ¡Presente!
Al Palacio de Gobierno del Estado de Jalisco, por su parte, llegaron cientos con pancartas en mano bajo la consigna de exigir justicia a las autoridades: no solo contribuir a reparar el daño causado a familiares y amigos, cuyas pertenencias constan en las actas de la Fiscalía del Estado para su consulta digital, si no agotar las fuentes donde pudiera recabarse la información que revele el paradero de las 17, 405 personas desaparecidas hasta el corte del 31 de octubre de 2024, de acuerdo al Registro Estatal de Personas Desaparecidas de Jalisco.
La manifestación nacional, un evento de masas sin comparación desde el 2014, cuando un 26 de septiembre los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa aparentaron desaparecer de la faz de la tierra y este hecho provocó la inesperada sublevación de miles a lo largo del país durante semanas, puso bajo la lupa una serie de verdades incómodas de contestar para el Estado mexicano, teñidas por una violencia con origen en barreras culturales, políticas y económicas, así como de entendimiento mutuo, que siembran la desgracia allí donde la empatía humana campa por su ausencia.
De una duración de casi cinco horas en total, la suma de voces en alto logró obtener una cobertura nacional gracias al trabajo de diferentes medios locales y federales, que fotografiaron y tomaron video a escenas para la historia mexicana reciente: madres abrazándose entre sí, dándose ánimos, estudiantes cuestionándose si será suyo el siguiente par de zapatos en integrar los altares fúnebres, puños levantados al cielo, camisas con el nombre y el rostro de un conocido que, tras la crisis humanitaria, figura como una cifra más en las estadísticas.
Este domingo posterior a las manifestaciones, una peregrinación más, conformada por religiosos y no religiosos a la entrada de Teuchitlán, Jalisco, cerró el ciclo de marchas con rumbo al Templo del Señor de la Ascensión, refirieron los periodistas Cristina Ceja y Ulises Soriano para el medio informativo La Razón, la cual tenía como propósito asistir a una misa oficiada por el obispo auxiliar de Guadalajara, Engelberto Polino Sánchez. El rito fue dedicado a honrar la memoria de las personas desaparecidas, que en esta misma localidad vieron sus vidas oscurecerse de un momento a otro al aceptar una solicitud de trabajo falsa y ser traídos a someterse bajo las aparentes ordenes de sujetos vinculados al crimen organizado.
Con información de Esly Casillas, José María Flores*
*José María Flores, estudiante de Letras Hispánicas. Artista gráfico, traductor y poeta. Reside en la ciudad de Guadalajara, estado de Jalisco. Obras de su autoría han sido publicadas en medios nacionales e internacionales. Actualmente colabora para el medio de periodismo digital Tráfico ZMG.