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Niños en movilidad: el desafío de ser migrante

Foto: Archivo / Joebeth Terríquez
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Por Angélica Villegas / Circuito Frontera

En medio de la incertidumbre, bajo el peligro en busca de un mundo mejor y de mejores oportunidades, miles de niños migrantes emprenden su viaje, a veces acompañados, pero otras tantas solos.

Obligados a abandonar sus hogares debido a conflictos, violencia, pobreza o desastres naturales, esta infancia y juventud enfrenta desafíos inmensos en su travesía.

A pesar de las adversidades, los niños migrantes demuestran una resiliencia extraordinaria, adaptándose a nuevos entornos y culturas con la esperanza de encontrar un lugar donde puedan crecer y prosperar.

Sin embargo, los desafíos a los que se enfrentan los niños y adolescentes migrantes son más a los que que tiene un adulto, debido a su etapa de desarrollo.

Los peligros que enfrentan en su camino incluyen el reclutamiento por parte de grupos criminales, la desaparición, la trata de personas y el secuestro.

Mientras que los adolescentes, en particular, son más susceptibles a estas amenazas debido a la falta de una red familiar cercana y la situación de movilidad en la que se encuentran, indicó Tania Ramírez, directora de la organización Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM).

Foto: Redacción Circuito Frontera

México repatria a más de 2 mil NNA a su lugar de origen

La Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) documentó que de enero a abril de este 2024, el gobierno mexicano reportó al menos 59 mil 41 migrantes irregulares en edades de entre cero y 17 años, de los cuales el 48 por ciento eran mujeres y el 52 por ciento hombres.

De este total, 2 mil 855 viajaban solos o sin la compañía de un adulto, cantidad que representa un incremento del 134.9 por ciento con respecto a la cantidad de migraciones irregulares de niñas, niños y adolescentes en el mismo periodo de tiempo, pero del 2023, año en que se registraron 25 mil 130.

Ramírez explicó que en el 2020 hubo una modificación al Artículo 13 en la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, donde se reconocen a las niñas, niños y adolescentes migrantes como personas sujetas de derecho.

Foto: Redacción Circuito Frontera
Asimismo, en el artículo 89 de esta misma ley se establece que “En tanto el Instituto Nacional de Migración determine la condición migratoria de la niña, niño o adolescente, el Sistema Nacional DIF o sistema de las entidades (…) deberá brindar la protección que prevé esta Ley y demás disposiciones aplicables”.

Pese a ello, REDIM reportó que de enero a abril de este año, 2 mil 65 personas de cero a 17 años fueron repatriados a su lugar de origen por el gobierno mexicano.

Durante el 2023, el número de niños, niñas y adolescentes repatriados a su lugar de origen fue de 2 mil 37, de los cuales, el 86 por ciento de las niñas, niños y adolescentes repatriadas en este periodo de 2023 tenían nacionalidades de países de América Central, principalmente Guatemala, Honduras y El Salvador.

La directora de REDIM expuso que la situación de los niños, niñas y adolescentes migrantes en México sigue siendo una preocupación urgente, a pesar de los avances legislativos que buscan proteger sus derechos.

Además, el principio de no devolución implica que los menores no deben ser devueltos a sus países de origen si están huyendo de la violencia o el hambre.

Señaló que, en la práctica, las autoridades mexicanas no están cumpliendo con estos principios.

“Lo que hemos visto en la práctica son cifras constantes de retorno de niñas y niños (…) En lugar de realizar un análisis caso por caso para determinar el interés superior del menor, las autoridades tienden a aplicar un principio general de retorno, devolviendo a los menores una y otra vez a situaciones potencialmente peligrosas.

Vulnerabilidad aumentada

Ramírez enfatizó que las condiciones de vulnerabilidad de los menores migrantes son significativamente mayores que las de los adultos debido a su etapa de desarrollo.

También que los peligros que enfrentan en su camino incluyen el reclutamiento por parte de grupos criminales, la desaparición, la trata de personas y el secuestro.

Mientras que los adolescentes, en particular, son más susceptibles a estas amenazas debido a la falta de una red familiar cercana y la situación de movilidad en la que se encuentran.

“Los menores, por su etapa de desarrollo, están en mayores condiciones de vulnerabilidad y pueden ser víctimas de delitos graves o violaciones a sus derechos humanos”, explicó Ramírez.

Esta vulnerabilidad se ve exacerbada por la falta de apoyo y protección adecuados, lo que aumenta el riesgo de que sufran abusos y explotación.

Por ello, la directora de REDIM hizo un llamado a las autoridades mexicanas y a la comunidad internacional para que se tomen medidas más efectivas y humanitarias para proteger a los niñas, niños y adolescentes migrantes.

Dijo que es crucial que se realicen evaluaciones individualizadas para determinar el interés superior de cada niño y niña, y que se priorice su reunificación familiar y protección contra la devolución a situaciones de peligro.

“La determinación del interés superior del menor debe ser un análisis particular caso por caso”, insistió Ramírez, pues solo a través de un enfoque individualizado y humanitario se puede garantizar que estos menores reciban la protección que necesitan y merecen.

Me llaman migrante

“Me llaman migrante, viajero errante. A veces refugiado, tal vez lo has escuchado. Me muevo en busca de un suelo nuevo, de un hogar, de una mano amiga o de un pedazo de pan para llenarme la barriga”.

Así comienza “Me llaman migrante”, un libro ilustrado que nace de historias y experiencias que Jorge Sosa, fundador de la agencia Lorogranada, recolectó durante varios años de trabajo y encuentros con personas en situación de movilidad.

Aquí puedes consultar el libro ” Me llaman migrante”

“Hace varios años estaba haciendo un cortometraje y estaba caminando por las vías del tren y vi a una persona sentada al lado de las vías con unos zapatos y una mochila. No entendía muy bien qué estaba haciendo, pero decidí acercarme y establecer una conversación. Le hice la pregunta más absurda que se puede hacer. ‘¿Oiga, de casualidad por aquí pasa el tren?”.

Aunque inicialmente la interacción fue torpe, Sosa y el migrante entablaron una conversación profunda que duró cuatro horas. El hombre, oriundo de Michoacán, le compartió su historia de vida, impactándolo profundamente.

“Mi corazón se conmovió mucho al escuchar su historia”, añadió.

Luego de que llegaron sus amigos, también migrantes de otros países, les compró comida, pero ellos se la dieron a un perrito que habían adoptado, lo cual tumbó muchos prejuicios que tenía sobre las personas en movilidad.

A partir de ese encuentro, Jorge decidió contar las historias de los migrantes, especialmente de los niños y niñas que se desplazan, algunos acompañados y otros no.

Durante sus visitas a albergues y campos de refugio, Sosa se dio cuenta de la alarmante situación de los menores migrantes.

Dijo que en un viaje a un campo de refugiados en el extranjero, donde conoció a personas de Siria, Líbano y Taiwán, Sosa vio las similitudes entre las experiencias de migración en diferentes partes del mundo.

En el tren de regreso, el sonido de las vías le recordó al tren “La Bestia” en México, que muchos migrantes utilizan para desplazarse.

Foto: ADRA

“En ese tren decidí escribir lo que me venía a la mente. Llegó como un flash: ‘Me llaman migrante, viajero, a veces refugiado…’. Esos eran testimonios que ya había escuchado y empecé a hacer dibujos”, comentó Sosa.

El proyecto se convirtió en un álbum ilustrado, pero al principio no tuvo éxito en los concursos de literatura a los que fue enviado.

Sin embargo, no se rindió, tras varios años fundó Lorogranada, una agencia creativa enfocada en impacto social, y colaboró con ADRA en varios proyectos, donde surgió la oportunidad de revivir “Me Llaman Migrante” durante una reunión con UNICEF sobre niños migrantes.

Con el respaldo y revisión del comité editorial de UNICEF, el libro fue refinado para ser más preciso en su lenguaje y mensaje.

La portada se inspiró en Aylan Kurdi Nilüfer, un niño migrante de Siria de tres años de edad que fue en las playas de Turquía tras huir de la guerra en el 2015. La foto del niño sin vida, quien vestía una playera roja y short azul, causó un gran impacto e indignación a nivel mundial.

Una exposición inspirada en “Me llaman migrante” se montó en el Museo “La Rodadora”, en conjunto con ADRA México y UNICEF, la cual estuvo vigente del 15 de marzo hasta el 16 de junio.

“Me Llaman Migrante” se ha convertido en un movimiento educativo que tiene más de 30 mil copias distribuidas en escuelas de las fronteras de Tapachula, Nogales, Ciudad Juárez y Tuxtla, el libro busca crear conciencia entre los niños y niñas sobre la situación de los migrantes.

Jorge indicó que además se han pintado murales en diferentes ciudades de México y dos museos, uno en Tapachula y otro en Ciudad Juárez, exhiben el trabajo.

“Jamás pensé que esta idea, al compartirla y abrirla, se convertiría en todo esto”, comentó.

Su objetivo de dar voz a los menores migrantes y sensibilizar al público sobre sus experiencias ha encontrado un eco poderoso en las comunidades y organizaciones que trabajan con migrantes, por lo que “Me Llaman Migrante” es un testimonio de cómo las experiencias personales y la creatividad pueden transformar percepciones y generar un impacto social significativo.


*Este reportaje es publicado gracias a la #ComunidadDeMedios de la cual formamos parte.

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