Marilú regresa a EEUU para reunirse con sus hijos después de 14 años de ser deportada a Tijuana
Después de 14 años, Marilú Montalvo, una madre mexicana de 40 años y originaria de la Ciudad de México que fue deportada de Estados Unidos, logró regresar al país vecino este lunes 24 de febrero para reunirse nuevamente con sus hijos.
Visiblemente contenta y con maletas en mano, llegó sola hasta la garita de San Ysidro y antes de cruzar, compartió a medios su felicidad por finalmente regresar, después de una agónica espera por tantos años en Tijuana, en donde encontró el refugio y apoyo que tanto necesitaba.
El calvario de Marilú comenzó en el 2010, luego de que su exmarido y la mujer con la que él estaba teniendo una relación extramarital la denunciaran ante las autoridades migratorias, para poder quedarse con sus hijos y llevar a cabo su relación.
Detalló que, en el cumpleaños número cinco de una de sus hijas, un 7 de octubre, habían decidido comprar un pastel para llevarlo al kínder y ahí celebrarlo, sin embargo, llegaron a su casa agentes vestidos de civiles, la detuvieron y le dijeron que les habían llamado para avisarles que su estancia no era legal en el país, por lo tanto, sería deportada.
“Solo me dijeron que le avisara al papá de mis hijos para que él los recogiera en la escuela, porque a mí me iban a deportar; me quitaron a mi bebé que entonces tenía dos años, le entregaron los niños a él y me deportaron”, expuso.
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Estar lejos de los hijos “es morir en vida”
Marilú compartió lo difícil que es vivir una deportación alejada de sus hijos por tanto tiempo, ya que en 14 años solamente los vio en dos ocasiones y a escondidas, la primera después de tres años, cuando el más chico ya tenía 5 años y la niña 9, “después los volví a ver cuando mi niño ya tenía 13 años y mi niña 17. Ahorita mi hijo tiene 16 años y mi hija cumplirá 19”.
“Es muy difícil, es estar muerta en vida, pero con una esperanza muy dentro de ti, no disfrutas nada, no eres feliz, en cada momento de tu vida tienes mucho miedo de no darle la protección, el amor y el cuidado a tus hijos, es muy doloroso porque tienes que ser fuerte, no hay otra opción”, resaltó.
Con esa fortaleza que destaca la joven madre, desque que fue deportada comenzó a buscar ayuda y primero lo hizo a través de la visa VAWA, que es un permiso de inmigrante que se otorga a las víctimas de violencia doméstica o agresión extrema por parte de un familiar cercano.
Sin embargo, se la negaron, porque en alguna ocasión Marilú salió de Estados Unidos a Playas de Rosarito y cruzó de nuevo con papeles que no era de su identidad, por lo tanto, no tenía el perdón del país por ese motivo.
Pese a ello, no desistió, pues el amor por sus hijos no la dejarían desistir y continuó con una intensa búsqueda de ayuda y en ese proceso se encontró con la organización Dreamer’s Moms en Tijuana, coordinada por la activista Yolanda Varona, quien la recibió y de inmediato le brindó su apoyo poniéndola en contacto con un abogado que le ayudó a llevar su caso.
“Me puso en comunicación con el abogado Phillip Sánchez, quien revisó mi caso y observó que yo había sido víctima de un crimen, por lo que no debía haber salido de Estados Unidos. Me dijo que mi caso se llevaría seis años, lo comenzamos en 2016, pero se cruzó la pandemia, nos retrasamos tres años, pero finalmente aquí estamos”, expuso.
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“Tijuana fue mi salvación”
Marilú no dejo de lado el agradecimiento por Tijuana y su gente, ya que aquí fue donde encontró la aceptación y el apoyo que le faltaba, ya que las dificultades que tuvo en un principio no solo fueron por estar lejos de sus hijos.
Ella también se enfrentó a las condiciones socioculturales que luego suelen ser una barrera para las personas que emigran a muy temprana edad a Estados Unidos con sus familias y que luego de muchos años son deportadas contra su voluntad y no encuentran un arraigo en el país del que salieron.
“Me fui a los 10 años a Estados Unidos con mis padres, allá hice toda la escuela, me acostumbré a hablar solo en inglés y cuando me deportaron tenía muchísimo miedo por varias cosas, por el idioma, por las costumbres, fue muy difícil adaptarme, pero cuando llegué a Tijuana fue la cosa más maravillosa de mi vida, me apoyaron muchísimo”, dijo.
Marilú se crio en Los Ángeles, California, pero después de que se casó se fue a vivir a La Quinta, donde continuó su vida. “Cuando viajé con mis padres no comprendía lo que era la frontera, todo lo que aquí sucedía, yo lo fui descubriendo todo conformé fui creciendo y cuando te deportan tu mente se confunde, por las costumbres”.
Estando en Tijuana, Marilú también aprovechó el tiempo para estudiar la carrera de Estetocosmetóloga y eso le permitió abrir un pequeño spa con el que se mantuvo en esta ciudad; “también tuve certificación como coach emocional, lo cual hice para ayudarme a mí y ayudar a mis hijos emocionalmente”.
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Nunca quitar el dedo del renglón
Pese a lo difícil que fue todo este proceso, Marilú destacó que nunca quitó el dedo del renglón por querer estar con sus hijos: “Creo que una mamá nunca-nunca va a quitar el dedo del renglón, una mamá siempre va a luchar contra viento y marea, contra todo”.
Agregó que ella tiene tres hijas más grandes que son de otra relación, a quienes sí pudo estar vendo porque son ciudadanas estadunidenses y podían cruzar a Tijuana, sin embargo, sabe que “el reto para mí va a ser con los más chiquitos, no va a ser fácil, tengo que llegar a ganarme su cariño, su amor, y ellos necesitan saber la verdad”.
También sabe que viene una etapa “muy difícil”, porque sus hijos eran muy pequeños cuando todo sucedió: “Sé que me quieren ver, hablo con ellos, pero sí los he visto confundidos; me perdí prácticamente su vida y no va a ser fácil. Ellos no tienen claro que fue lo que pasó y no quiero llegar a lastimarlos emocionalmente, ellos aman a su papá y yo quiero que así lo sigan haciendo”.
Finalmente, a las madres que se encuentran o se puedan enfrentar a una situación como la que ella vivió, les compartió que “sí, una deportación va a ser más feo que puedes pasar en la vida, pero tienen que ser muy pacientes, buscar ayuda psicológica y emocional, y muy importante acudir a la ayuda profesional para mantener un equilibrio”.