Las infancias migrantes; Entre el adultocentrismo y el desinterés
Algo que podemos constatar quienes periódicamente asistimos a albergues para personas migrantes, es la significativa presencia de infancias. Las niñas, niños y adolescentes migrantes (en adelante NNA) se han convertido en una población cada vez más visible en el tránsito y estadía de personas en contexto de movilidad a lo largo y ancho del territorio mexicano.
De acuerdo con datos de la Unidad de Política Migratoria, Registro e Identidad de Personas de la Secretaría de Gobernación, de enero a junio de 2024, el Instituto Nacional de Migración canalizó 84 mil 927 NNA, de los cuales 61 mil 409 tenían de entre 0 a 11 años y 23 mil 518 de entre 12 a 17 años.[1] Las principales nacionalidades de estos NNA son: Venezuela, Ecuador y Honduras, respectivamente.[2]
De ese total de 84 mil 927 NNA que abarca el periodo de enero a junio de 2024, el 95.6% migraban acompañados y el 4.4% lo hacían sin compañía.[3] Por niñez y adolescencia migrante no acompañada debe entenderse a aquellas personas menores de 18 años que no viajan acompañadas por sus padres, tutores o alguna otra persona que esté a cargo de su responsabilidad.[4]
Como se puede apreciar, para ser datos que apenas comprenden el primer semestre de 2024, muestran cantidades dignas de llamar la atención, lo que explica la presencia recurrente de infancias en los diversos albergues de Tijuana. La presencia de NNA eleva el nivel de responsabilidad y cuidado por parte de las autoridades migratorias, pues se trata de un grupo de atención prioritaria, al punto de que, debe otorgársele a todo NNA una tarjeta de visitante por razones humanitarias como medida de carácter temporal en tanto la Procuraduría Federal de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes y las procuradurías de cada entidad federativa determinan el plan de restitución de derechos en los términos establecidos en la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.[5]
Sin embargo, pocas veces vemos más allá. ¿Qué hay detrás de las propias historias de los NNA? ¿Cómo viven ellas y ellos estos procesos de abandono de sus hogares y la búsqueda indefinida por encontrar un nuevo espacio para jugar y sentirse en casa? ¿Qué se sentirá que sus cumpleaños, sus juegos y sus amigos los construyan en albergues, estancias migratorias o entre rutas complejas de andar?
Esta reflexión no busca en lo absoluto, partir de un adultocentrismo e intentar causar en los lectores un sentimiento de lástima o empatía, por el contrario, pretende darles voz a los NNA, abrirles espacio para entender que ellas y ellos también son parte de estos procesos, son actores en este derrotero y deben ser tomados en cuenta también para el justo diseño de políticas públicas en materia migratoria. El adultocentrismo es “…una estructura de dominación, en la que las personas adultas ocupan un lugar de superioridad frente a las personas niñas y adolescentes”[6] y es tan peligroso que se puede esconder tras acciones y medidas que aparentemente pretenden servir a la protección infantil.[7]
Es por ello por lo que autores como Federico Williams han optado por encontrar maneras a través de las cuales, los NNA puedan dar cuenta y narrar sus experiencias migratorias desde sus propias visiones, en ese sentido, este autor encontró que: “…las estrategias participativas para producir narraciones visuales pueden dar forma a un imaginable que permita comprender mejor los fenómenos migratorios de las infancias y juventudes”,[8] como es, por ejemplo, a partir de talleres de historietas.
Es oportuno invitar a todas las ciencias sociales, a las organizaciones civiles y a todos los actores clave en el fenómeno migratorio a indagar en esta búsqueda. ¿Cómo podemos encontrar modos y estrategias que guíen a los NNA a contarnos sus experiencias y que esas narrativas abonen a su vez a la constitución de leyes y políticas que contemplen las infancias, no solo como una cuestión de obligatoriedad automática o de sentimentalismo populista, sino como una preocupación genuina e interesada? De lo contrario, si no encontramos estas fórmulas, las medidas tomadas por las autoridades migratorias serán puramente directrices adultocentristas, respaldadas además por políticas y legislaciones igualmente adultocentristas.
[1] Unidad de Política Migratoria, Registro e Identidad de Personas, Niñas, niños y adolescentes migrantes en situación migratoria irregular, desde y en tránsito por México, SEGOB, 2024, p. 4. Disponible en: https://portales.segob.gob.mx/work/models/PoliticaMigratoria/CEM/Estadistica/NNA/NNYA_S%C3%ADntesis_ene-jun_2024.pdf
[2] Ibidem, p. 5.
[3] Ibidem, p. 6.
[4] Organización Internacional para las Migraciones, Niñez y Adolescencia Migrante No Acompañada Retornada en el Triángulo Norte de Centroamérica, Naciones Unidas, 2016, p. 1. Disponible en: https://infounitnca.iom.int/wp-content/uploads/2022/05/NTMI-EHMH-ES-Vol2-NNAMIGRANTENOACOMPAN%CC%83ADA-1.pdf
[5] Ley de Migración, artículo 52, fracción V, inciso b. Disponible en: https://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/LMigra.pdf
[6] Wenk, E. R. (2020). El adultocentrismo en las decisiones judiciales cordobesas sobre asuntos que involucran a la niñez y adolescencia. Argumentos, (10), p. 117.
[7] Liebel, M. (2022). Contrarrestar el adultocentrismo. Sobre niñez, participación política y justicia intergeneracional. Última década, 30(58), p. 7.
[8] Williams, F. (2023). “Para saber hay que imaginarse”: un taller de historietas para re-construir las experiencias migratorias de infancias y juventudes en la Ciudad de México. Tramas y Redes, (5), p.137.