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La sed

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Desperté a las cinco de la mañana, la sed era inusual. Cuando voy a dormir, siempre dejo una pequeña jarra de agua cerca de mi cama para poder beber unos traguitos cada que me levanto o para beber todo un vaso cuando deseo desperezarme por completo.

Anoche, por accidente, tiré el agua que tenía reservada y francamente estaba agotada, así que decidí no volver a llenar el recipiente, pensé que tal vez me tendría que levantar más temprano para ir directamente a la cocina por más agua.

Sin embargo, como en la noche no puede beber nada, al abrir los ojos y mirar cómo entra suavemente el mismo sol, con los mismos extendidos rayos por toda la habitación, lo que sentí no fue la alegría por celebrar otro día más aquí, más bien la sensación fue muy desagradable.

La resequedad había invadido mi boca, pensé que era algo más que la sed, algo más que la simple sed que siento a veces. Era una sed de horas, sed de toda la noche. No nada más era la manifestación del cuerpo por la falta de agua, en realidad comencé a sentir angustia.

Pensé en las personas que han padecido sed, para las que unas cuantas gotas significan permanecer con vida, pensé en las personas que necesitan recolectar agua de lluvia o las que por muchas circunstancias, solamente tienen acceso a aguas tratadas.

Pienso en los privilegios, en la fortuna, en la descomposición del mundo, en lo abrumador que es darse cuenta de que millones de seres humanos no pueden calmar esa sed.

Haber, verbo que duele cuando se trata de agua, cuando se trata de la vida misma. Duele cuando las presas no se llenan, cuando ya no corre por los ríos ni sale de los manantiales. Agua, hermosa y precisa palabra, necesaria, húmeda en la boca, en las manos.

Cuando no hay, mueren los paisajes, las naciones, todo rastro de las vidas. Duele cada ser humano que abre su boca para decir una plegaria, para recibir unas gotas, pero nada llega, nada cae, el viento es el que pasa, el silencio, la indiferencia.

Sed de una noche, sed que me llevaste a pensar en la sed verdadera, en la sed de los que no alcanzan un vaso de agua, sed de los que no tienen una llave cercana, sed de los que miran como mueren las lagunas, los lagos, sed de los que se pierden en los desiertos, sed de ojos que se apagan.

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