Frente a ideologías seductoras, nos queda la verdad
La semana pasada tuve la oportunidad de participar en un congreso y coincidir con diferentes colegas que también estudian o trabajan, desde diversos enfoques, la migración. Evidentemente, es natural que en este tipo de diálogos exista disenso y sirvan como un espacio de discusión y de puntos encontrados para la retroalimentación y la construcción de conocimiento.
Sin embargo, no deja de ser llamativo que algunas personalidades que ocupan o han ocupado cargos de decisión dentro de la planeación o ejecución de la política migratoria mexicana, mantengan posturas que, si bien, están en su derecho de tenerlas, no puedan sustentarlas en evidencia, literatura, estudios, datos, etcétera. Sobre todo, cuando estas posturas se refieren a aspectos tan básicos como: mirar a la migración necesariamente como un problema, pensar que las autoridades migratorias no cometen violaciones a derechos humanos o bien, que la migración irregular o indocumentada implica un delito, por mencionar algunos ejemplos.
Es notorio que este tipo de posturas descansan en realidad en cargas ideológicas y no en evidencia empírica, no obstante, es igualmente notorio lo seductoras que resultan estas ideologías para jóvenes que apenas se adentran al conocimiento de las movilidades humanas y, por ende, lo riesgoso que resultan. Es en ese sentido, que es menester que en estos espacios y cuando seamos testigos de prácticas de esta naturaleza, tratemos de contrarrestar con datos, con bibliografía y fuentes fidedignas esas posturas ideológicas que, en la mayoría de las veces, carecen de sustento. Pues de no hacerlo, consentimos tácitamente que sean difundidas y reproducidas como “ciertas” en una comunidad académica en la que participan cantidades significativas de jóvenes.
Algunos estudios llevados a cabo en España muestran que, el discurso ideológico de ultraderecha, que incluye argumentos contrarios de modo total a la migración irregular, es particularmente atractivo para hombres jóvenes,[1] entre otros factores, por su educación y socialización; por la pertenencia a determinadas subculturas, que enfatizan en la masculinidad; por el desempleo que experimentan determinados jóvenes y que encuentran en la persona migrante al sospechoso perfecto del porqué de esta situación y los medios de comunicación y redes sociales digitales que propagan de forma masiva este tipo de discursos en formatos asequibles para la juventud.[2]
Ante este escenario de factores de atracción muy definidos para los jóvenes, es que se torna fundamental la defensa del conocimiento científico, de la calidad académica y de la argumentación sustentada. La solución tampoco considero que sea silenciarles, señalarles o mofarse de sus opiniones, pero sí discutirles y hacerles ver sus errores en términos académicos. Pues es probable que como suceda con la migración, pase lo mismo en otros temas de interés para ese discurso ideológico de derecha o de nueva derecha que pretende cautivar o reclutar a la juventud.
Ante esa oportunidad de oro en el congreso del que hablaba al inicio, defendí mi postura, pero lo hice mostrando evidencia y razones para argumentar lo que decía. Les dejé en claro que la base para comprender la migración era dejarla de ver como un problema, por el contrario, tal como lo ha dicho Naciones Unidas, la migración “…es un poderoso agente impulsor del desarrollo sostenible, tanto para las personas migrantes como para sus comunidades, aportando beneficios significativos en forma de capacidades, fortaleciendo la fuerza de trabajo, la inversión y la diversidad cultural…”.[3] Les hablé de la importancia para la economía mexicana de las remesas que día con día envían nuestros connacionales en Estados Unidos, de las capacidades bien aprovechadas en sectores como los call center de personas mexicanas deportadas de Estados Unidos y de las habilidades de la comunidad haitiana que se han ajustado muy bien al mercado de trabajo en regiones como Baja California.
Por su parte, les hablé del Instituto Nacional de Migración como una autoridad federal que siempre está en el top 3 de instituciones federales con mayores señalamientos o quejas por violaciones a derechos humanos,[4] de hecho, les pedí que recordaran lo recientemente sucedido en Chiapas con los migrantes asesinados por personal militar mexicano, para ver si todavía creían que dicho órgano era capaz de practicar un modelo de migración “ordenada, legal y segura”. Por último, les recordé que desde 2008 la migración irregular en México había dejado de ser un delito para convertirse en una mera infracción administrativa, por ende, no se debía usar a la ligera el término “delito” para propagar temor u odio entre la comunidad hacia estas personas migrantes.
Es probable que me hayan visto de manera negativa estas personas en el foro y que probablemente mis comentarios hayan calado en demasía. Pero en esta época de ideologías vacías pero cautivadoras, no queda más que hacerles frente con la verdad.
[1] Gobierno de España. El extremismo de derecha entre la juventud española: situación actual y perspectivas. España, 2020, p. 18. Disponible en: https://www.injuve.es/sites/default/files/adjuntos/2021/05/estudio_injuve_el_extremismo_de_derecha.pdf
[2] Ibídem, pp. 20-25.
[3] Naciones Unidas. Cómo resolver la migración: una guía práctica. Disponible en: https://americas.iom.int/es/blogs/como-resolver-la-migracion-una-guia-practica#:~:text=Lo%20primero%20que%20debemos%20saber,la%20fuerza%20de%20trabajo%2C%20la
[4] Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Sistema Nacional de Alerta de Violación a los Derechos Humanos. Disponible en: https://appweb2.cndh.org.mx/SNA/ind_Autoridad_SM.asp?Id_Aut=1063&p=1