En búsqueda del disco perfecto
En la controversial práctica de la crítica musical, pareciera que encontrar el disco perfecto, aquel que sea contundente tanto en sus aspectos metamusicales como en su contenido, es un objetivo que rara vez dará frutos. Lo que para alguna autora puede ser digno de resaltar de una Chappell Roan, por ejemplo, puede hacer que alguien más replique “bueno, sí… pero la música es estéril y ultra-regida por las reglas de la industria”; de igual manera, alguien podría reprochar sobre la importancia de un disco como el Metal Machine Music (RCA, 1975) por más contexto que se le dé al respecto.
Entonces, la interrogante sería, ¿Qué es lo que se busca? ¿Qué el álbum en cuestión sea simultáneamente accesible y vanguardista? ¿Que las canciones fluyan de manera cohesiva y que no sólo sean los hits lo que resalten, sino que también podamos ser capaces de encontrar joyas en los “deep cuts”? ¿O simplemente es una cuestión de que el disco nunca aburra para que ya pueda considerarse como perfecto? Las respuestas van a variar, pues la expectativa y la relación con la música que tiene cada quién, es muy distinta.
En mis épocas de “reviewer”, en la larga lista de reseñas que compartí a través de mi portal personal, sólo hubo un par que se llevaron el, nada codiciado, perfect score. Gaspar Peralta, Teatro Holofrénico y Nick Storring lograron, para mi gusto, explotar algo que no encontraba en los discos que salieron en sus respectivos años (y de los que llegué a escuchar, claro está). Pero incluso en esos casos, siempre me aseguré de que no todo fuera flores y elogios, sino que trataba de resaltar lo que, para un público más general, podría no funcionar, no olvidando que gran parte de lo que compartía era una postura subjetiva. En el caso de Teatro Holofrénico (proyecto unipersonal del genial Julian Bonequi), no cerré sin aceptar que, aunque el disco no era “estéticamente” perfecto, la meta no era la búsqueda de la perfección, sino de la unicidad, siendo esto último un atributo que distingue la obra de Bonequi en general.
Así que, limitando los requisitos para catalogar un disco como perfecto a mi reducida visión personal, podría decir que mientras haya atisbos de una búsqueda singular pero que resuene de manera universal, y el disco me resulte cuando menos interesante, esto ya es suficiente.
¿Es necesaria una producción glamorosa? Mientras ésta resalte los atributos y personalidad de la banda, incluso una grabación austera funciona. Como ejemplo pondría clásicos del black metal, como el vomitivo (en el buen sentido) INRI de Sarcófago, el gélido Transilvanian Hunger de Darkthrone y el violentamente etéreo, Bergtatt de Ulver.
¿Ejecución envidiable? De nuevo, si la búsqueda de una ejecución pristina es la intención, o le añade un toque distintivo, es más que bienvenida. Ahí tenemos la gran mayoría del catálogo de Frank Zappa, en donde a través de elegantes proezas armónicas, melódicas, rítmicas y tímbricas, logra un efecto psicodélico e incluso humorístico; por otro lado, la modestia de un Robin Guthrie nos dio uno de los álbumes más peculiares dentro de la discografía de una banda ya de por sí bastante singular: Victorialand de Cocteau Twins.
Procesando todo esto a la par de escribirlo, creo que probablemente confundimos la búsqueda de la perfección con la búsqueda de algo interesante, y en espíritu de compartir, cierro con una lista de algunos discos que considero quedan dentro de esa categoría, omitiendo los que ya se mencionaron en párrafos anteriores.
Stereolab – Dots and Loops
Silver Apples – Silver Apples
Spectrum – Forever Alien
CRASS – Penis Envy
Bark Psychosis – Hex
Joni Mitchell – Hejira
Il Balletto di Bronzo – YS
Ann O’Aro – Ann O’Aro
Marvin Gaye – What’s Going On?
Swans – Filth
Einstürzende Neubauten – Kollaps
Pan Sonic – Kulma
Monde Bruits – Purgatory
MAZK – In Real Time
Radiohead – Kid A
Islaja – Ululal Yyy
Israel Martínez – El hombre que se sofoca
This Heat – This Heat
Elizabeth Cotten – Folksongs and Instrumentals with Guitar
Jaga Jazzist – What We Must
The Ex – Dignity of Labour
Leonard Cohen – Songs of Love and Hate
Glenn Branca – The Ascension