Doña Gloria: Desempleo la llevó a tocar la guitarra en las calles de Tijuana
Por las calles de Tijuana solemos encontrarnos cualquier cantidad de personas que son todos unos personajes, que a veces vemos y que otras veces simplemente las pasamos de largo, pero que ahí están. Unas cantando canciones, otras compartiendo la palabra del señor, otras más filosofando con su otro yo, y así, formando parte de toda la fauna de la ciudad.
Curiosos que somos, nosotros nos dimos a la tarea de salir a las calles para saber quiénes son, de dónde son, cuáles son sus motivaciones y así decidimos crear esta pequeña sección llamada #PersonajesDeLoCotidiano, en la que de manera frecuente vamos a presentar microhistorias de estos personajes.
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𝐃𝐞𝐬𝐞𝐦𝐩𝐥𝐞𝐨 𝐥𝐚 𝐥𝐥𝐞𝐯𝐨́ 𝐚 𝐭𝐨𝐜𝐚𝐫 𝐬𝐮 𝐠𝐮𝐢𝐭𝐚𝐫𝐫𝐚 𝐞𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐜𝐚𝐥𝐥𝐞𝐬
Sentada en una cubeta, recargada en un poste de luz, justo en la esquina de las calles Segunda y Niños Héroes, la mujer rasga las cuerdas de su guitarra, esperando obtener unas monedas de los transeúntes. Todos los días está ahí, por las mañanas y tardes, esperando tener algo para llevar a su casa.
“Me llamo Gloria Zaragoza González, primero está mi nombre, y luego tú me preguntas ¿ónde naciste? Nací aquí en Tijuana, Baja California, ¡Puro pinche cachanilla!”, es la manera en la que se presenta, con su voz aguardentosa, cuando nos acercamos a ella.
Gloria dice que nació en el 57, así que tiene 67 años, y nos contó que hace unos años decidió irse al centro porque muchas veces intentó buscar trabajo, pero debido a su edad en ningún lugar la aceptaron, y uno de sus hermanos, que antes pedía dinero en el Centro, le recomendó que fuera ahí para mínimo sacar para la comida.
“Se saca más dinero en el Centro que trabajando en cualquier pinche lugar y aguantando a cualquier pendejo; mi carnal me dijo ‘o que aquí o me muero de hambre o me vuelvo rica’ y vaya que el pendejo tenía razón”, dijo entre risotadas la señora.
Es así como Gloria se gana la vida día a día, tocando canciones con su guitarra, y es así como también se divierte y se nutre el alma haciendo lo que hace, con su personalidad socarrona que se la lleva entre cura y cura con la gente que se le acerca a platicar.
