Buenos hijos de Pedro Páramo: Comentarios sobre la película de Rodrigo Prieto
Por Fabiola Morales Gasca
“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría; pues ella estaba por morirse y yo en plan de prometerlo todo”, es el inicio de la novela más convocada en México y que la mayoría de lectores apasionados conocemos de memoria.
Como buenos hijos de Pedro Páramo, nos hemos visto comprometidos ya sea con auténtico entusiasmo o pura curiosidad a ver la nueva versión cinematográfica de esta novela de Juan Rulfo. El director Rodrigo Prieto está sacudiendo el mundo de la literatura, del séptimo arte y de las redes sociales. Cada uno tendrá sus opiniones y criterios para conservar o descartar esta interpretación, sin embargo hay que aprender a disfrutar las versiones diferentes, pues las dinámicas y los tiempos son otros.
El director Rodrigo Prieto hizo un excelente trabajo visual y las actuaciones son buenas. Hay un guion impecable de Mateo Gil, quien se apropia de la obra de Rulfo y le es fiel. Esto permite que los espectadores apreciemos diálogos y miradas de los personajes que se omiten en otras versiones. Se ven bien tejidas las historias de los personajes del pueblo y la media luna.
El lector del libro sin duda no queda defraudado. Visualmente las imágenes son perfectas, la sensación de sumergirnos a un México latifundista de antaño queda en nosotros. La paleta de colores es correcta. Los vestuarios están bien hechos, se destila México en cada escena. Casi degustamos el pastel en la boda de Dolores Preciado y saboreamos el mezcal cuando se sirve en la mesas. La canción de cuna en náhuatl nos deleita sutilmente. Nos mojamos en el caudaloso río al igual que Páramo y Susana San Juan. Vemos el mundo de los espíritus correr ante los ojos de un Juan Preciado asustado, petrificado por el terror de lo desconocido.
En esta película el protagonismo no solo recae en Pedro Páramo, percibo que los personajes secundarios realzan la estética del film. La violencia tácita ejercida por el personaje está presente. Aunque Manuel García Rulfo como Pedro Páramo no es el mismo rencor vivo, hace su mejor esfuerzo para una correcta interpretación. Considero que llenar los zapatos de Pedro Páramo es muy difícil. Cada uno de nosotros ha creado su propio personaje a partir de nuestro imaginario y carga cultural.
Este es el problema y el riesgo de dar vida a una obra poderosa. No es la excepción. También se recibieron fuertes comentarios de la película de 1967, dirigida por Carlos Velo y Manuel Barbachano, con un guion adaptado por Carlos Fuentes. John Gavín recibió críticas por este papel ¿Cómo un extranjero, por muy guapo que fuera, iba a representar semejante personaje? De esta versión fílmica cabe destacar la magnífica actuación de Ignacio López Tarso que para mí es el mejor Fulgor Sedano, con su fuerza actoral da mucha personalidad y maldad al personaje. La actriz Pilar Pellicer es para algunos la mejor Susana San Juan.
En su momento esta película fue el proyecto más ambicioso del cine mexicano y la de mayor fracaso, pues de acuerdo al mismo López Tarso, en la presentación del Festival de Cannes de 1967, “la proyección fue horrible. El público salía en grandes oleadas y si no hubiera sido porque estábamos muy a la vista, creo que todos los de la delegación nos hubiéramos ido al hotel a llorar”.
Carlos Fuentes, guionista de la cinta y Gabriel Figueroa como director de fotografía, estuvieron presentes en esa proyección. Juan Rulfo expresó: “Fue muy mala película. La hizo un biólogo”, refiriéndose a Velo, a quien “de pronto, se le ocurrió hacer cine y me agarró a mí de chivo expiatorio”. Tras la controversia, décadas después, esta película sigue siendo la favorita de muchos.
En cuanto a la versión de 1978. Pedro Páramo. El hombre de la media luna, con la dirección y guion de José Bolaños, el actor Manuel Ojeda es imponente en su representación de protagonista, en lo personal me fascina sus matices de maldad y ternura. Su experiencia le da mucha fuerza a su papel que lo hace más humano y cercano que la interpretación de John Gavín. La bella actriz Blanca Guerra para mí es la mejor Dolores Preciado. Fulgor Sedano, mano derecha de Páramo, acá es cruel y diplomático, bien representado por Narciso Busquets.
Cada actor hace lo suyo dentro de ese mundo de Rulfo. Los detalles se centran más en la violencia ejercida por Miguel Páramo contra las mujeres del pueblo como en la lucha de Pedro por alcanzar el amor de Susana. Es la versión que menos criticas ha tenido, aunque el ambiente y vestuario se sitúan en una época colonial haciéndola anacrónica a la historia original, no demerita el esfuerzo del director por hacer una buena versión. Me agradó mucho y las tres horas que ocupa José Bolaños nos tiene atrapados en su melancólico pueblo.
Regresando al Comala del director Rodrigo Prieto, vemos un lugar devastado por un Pedro Páramo violento y anhelante de poseerlo todo a la mala, hasta el amor. La violencia es tácita en las imágenes otorgadas. La voz de las mujeres llena el espacio de Miguel Páramo quien toma la vida con avidez y ha violado a muchas.
La mirada femenina se hace presente creando una atmósfera muy sutil de la violencia imperante. Me recuerda textualmente a los formidables cuentos de Cartucho de Nelly Campobello, la crueldad siempre está ahí gobernando disfrazada, lista para saltarnos como un gato en huida. Miguel Páramo acá se aprecia poco y nos quedan a deber bastante pero las voces de sus víctimas lo describen como el ser atroz que es y con ellas está todo dicho.
Hector Kotsifakis otorga un Fulgor Sedano cruel aliado, cuya muerte es bien merecida (lo menos que esperábamos). Recordemos que la Revolución llega como un rayo para partir al pueblo. También como un leve murmullo, a lo lejos escuchamos noticias de la Guerra de los cristeros y su personaje que lucha por alcanzar la salvación, tal vez no lo bastante fuerte para salvar todas las almas de Comala.
La fragilidad de Susana San Juan se hace presente con ayuda de la actriz Ilse Salas, tal pareciera que su belleza pide a gritos ser rescatada pero como Pedro, somos engañados pues desde hace tiempo ella ya construyó su propio refugio mental para salvaguardarse de la autoridad masculina. Su historia siempre nos hace llorar y reflexionar. Los personajes secundarios como el Padre Rentería, Eduviges Dyada, Dorotea, Damiana Cisneros, Abundio Martínez, Ana Rentería dentro de esta versión de Rodrigo Prieto traen su propia carga e iluminan la historia, la hacen bella de forma visual y significativa.
Sin duda, cada adaptación cinematográfica de Pedro Páramo nos seguirá sorprendiendo. Hay que aprender a disfrutar y contextualizar cada versión del cine. No debemos cerrarnos. Me parece que ésta reciente es muy buena para nuestros tiempos e invita a las nuevas generaciones a internarse al mundo de Juan Rulfo. En cuanto a la excelsa obra escrita, creo que será intocable en la mente de cada lector.
En mi caso, Pedro Páramo y el Llano en llamas son significativos, fueron obsequios de mi padre y recuerdo caminar a los trece años entre las bulliciosas calles del centro rumbo a la librería donde fuimos a comprar. El impacto que me causó a corta edad leer a Rulfo fue trascendente. Regresé varias veces a leer Pedro Páramo años después porque no entendí todo, la sensación es doblemente significativa, no sólo por el texto sino por lo que representa para mí, en cierto sentido yo también soy un Juan preciado anhelando al padre. A diferencia de Preciado, el mío siempre estuvo ahí para indicarme que no basta con hacer muchas cosas, sino hacerlas bien, como Juan Rulfo. Tal vez de ahí proviene mi obsesión con la obra.
Como vemos, la experiencia de la lectura siempre es personal, pero se enriquece con los comentarios de la comunidad. Como buenos hijos de Páramo hay que seguir leyendo y releyendo a Rulfo. Su obra es un poema breve que nos recuerda la belleza de la vida y de la muerte. Nosotros sólo intentamos seguirle el paso…