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‘Belfast’, una película sobre la infancia, la familia y el desplazamiento forzado

Fotograma de la película.
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“-Todos se van de casa.

La gente debe seguir adelante”.

Diálogo entre los abuelos Granny y Pop.

Escrita y dirigida por Kenneth Branagh, ‘Belfast’ supone uno de los trabajos más personales del cineasta, dado que en ella habla, de forma ficcionada, de su infancia y de lo que supusieron para él aquellos años de niñez, en una ciudad que pasó de ser su hogar y su patio de juegos para convertirse en un lugar peligroso, forzando su marcha a Londres.

Aunque ‘Belfast’ tiene un fuerte componente dramático, es una historia que está dotada de una enorme sensibilidad y que mantiene como pilar fundamental la alegría de vivir propia del niño a través de cuyos ojos está contada toda la historia.

Buddy es un niño de nueve años que vive con sus padres en Belfast, en Irlanda del Norte. Estamos en 1969. Su padre es un obrero que trabaja en Inglaterra, y que vuelve a casa algunos fines de semana. Vive con su madre y su hermano Will muy cerca de sus abuelos, Granny y Pop. Buddy es feliz, tiene muchos amigos, hace travesuras y está enamorado de Catherine.

Pero suceden dos cosas que van a ensombrecer su vida: la primera es que en su barrio estalla la violencia cuando los unionistas radicales quieren echar a los católicos de la zona. La calle acaba llena de barricadas y tanques.

La segunda es que su padre quiere sacar a la familia de ese lugar. Ellos son protestantes, se llevan bien con sus vecinos católicos, pero no quiere que sus hijos crezcan en ese ambiente violento.

Los sermones religiosos, la ausencia paterna, las discusiones de pareja, el siempre amenazante mundo del juego y las consiguientes consecuencias con el Fisco como gran villano y la inestabilidad política derivada del conflicto entre católicos y protestantes se muestran a lo largo de todo el metraje, elementos que no opacan los momentos de felicidad, sino que les dan un contexto.

‘Belfast’ es pues un espléndido elogio de la familia, de la tierna sabiduría de los abuelos, del afecto puro de los niños, y ofrece un mensaje muy claro sobre el conflicto, en palabras del padre de Buddy: mi casa siempre estará abierta a las buenas personas, sean protestantes, católicos o baptistas. Una película que reconcilia con la vida.

Está en Netflix, por si la quieren ver.

 

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