La última batalla del Perro Aguayo Jr.
El 21 de marzo de 2015, falleció el luchador profesional Perro Aguayo Jr. durante una mítica batalla en Tijuana en contra de su gran amigo Rey Mysterio Jr. La lucha estaba pactada como la gran fiesta para recibir de regreso al hijo pródigo de esta ciudad fronteriza. El auditorio fue abarrotado por el público tijuanense deseoso de ver a Rey Mysterio Jr., luego de sus grandes triunfos en la empresa WWE, pero el destino tenía marcado otro final. A ocho años del suceso, aquí una crónica de lo que ese día sucedió.
La multitud alardeaba eufórica por la presencia de su ídolo Rey Mysterio Jr., el oriundo de San Diego, que después de varios años de éxitos internacionales regresaba a Tijuana, la ciudad donde se forjó desde temprana edad como luchador profesional con su tío el también luchador Rey Misterio (de quien heredó el nombre y la máscara). Era una lucha de parejas a dos de tres caídas. Cada uno de los lances, patadas y desplantes que realizaba en el cuadrilátero eran celebrados por los miles de fanáticos que abarrotaron el Auditorio Municipal “Fausto Gutiérrez Moreno”. Ahí me encontraba yo, expectante, por primera vez en mi vida observando a uno de mis ídolos de la infancia.
“619… 619… 619…”, coreaba el público mientras El Hijo del Perro Aguayo se encontraba postrado entre la segunda y tercera cuerdas. Una tijera previa de Rey Mysterio Jr. había sacado del encordado al líder de los rudísimos “Perros del mal”. El hijo de la leyenda Aguayo subió al ring un poco desorientado tras la caída y en el momento que se ponía de pie recibió otra patada voladora de su rival. El golpe lo mandó totalmente inconsciente a las cuerdas.
La posición en que se encontraba “El Perro” era la exacta para que Mysterio Jr. aplicara la “619”, la patada que él creó, que hace referencia al número de área telefónica de San Diego, y que lo llevó a la fama cuando trabajaba para la empresa estadounidense WWE, en la que se impulsa contra las cuerdas para después correr y golpear a sus rivales. La gente se lo pedía extasiada. Indeciso, el hijo pródigo de la lucha libre tijuanense se impulsó de las cuerdas y se lanzó contra el Perro Aguayo Jr. y Manik, que también estaba en posición idónea. No acertó la patada. No quiso hacerlo. El enmascarado volteó para todos lados desconcertado por la situación. No sabía qué hacer. Miraba a su contrincante inconsciente entre las cuerdas, incluso volteó a ver al réferi, a su compañero de lucha Extreme Tiger, a su otro contrincante. Se movía de un lado a otro mientras el público seguía coreando “619… 619… 619…”.
Entre los tres luchadores se decían algo que desconcertaba aún más a Rey Mysterio Jr. El réferi hacía señales de que continuaran con la lucha. Ni Manik, ni Extreme Tiger, ni el invitado especial de la noche reaccionaban por completo a lo que estaba sucediendo. Había que continuar de inmediato con el show y Rey Mysterio Jr. le pidió a su compañero que efectuaran una maniobra para que el público no se impacientara. Entre ambos sacaron a Manik del cuadrilátero, luego Extreme Tiger se lanzó por arriba de las cuerdas y le propinó un cabezazo volador.
Konnan, quien fungía como manager del Hijo del Perro Aguayo, ya se había acercado al “Perro” para ver qué era lo que pasaba. Rey Mysterio Jr. aprovechó que las acciones continuaban fuera del ring y se acercó a mirar de cerca a su amigo y colega de profesión. Konnan movía de un lado a otro al líder de “Los perros” sin obtener respuesta. El réferi se acercó a ver qué sucedía y regresó al centro del cuadrilátero para continuar la función. Todos sabían que algo fuera del guion estaba pasando, pero había que continuar. Manik subió al encordado pero de inmediato fue interceptado por Mysterio Jr., quien con un juego de pies lo lanzó nuevamente hacia las cuerdas. Luego tomó impulso, se lanzó y le aplicó el tan ansiado “619” que la gente pedía y ansiaba ver en el encordado. Manik quedó tendido y Extreme Tiger lo acomodó para que el propio Mysterio Jr. subiera a las cuerdas y se lanzara contra el rival. El réferi dio tres palmadas al piso y sonó la campana dando como victoriosos al homenajeado de la noche y su compañero de batalla. Los miles de fanáticos extasiados celebraron el triunfo en medio de un griterío. Me uní a la celebración, pero no quitaba la vista a lo que sucedía a un costado del ring. Konnan trataba de que El Hijo del Perro Aguayo reaccionara sin obtener respuesta. Nadie en el público parecía darse cuenta de la situación.
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Rey Mysterio Jr. hizo su debut en México el 30 de abril de 1989 cuando tenía 14 años de edad. Fue entrenado por su tío Rey Misterio y durante sus inicios tuvo nombres artísticos como La Lagartija Verde y Colibrí antes de que su tío le diera el nombre de Rey Mysterio Jr. En 1992 firmó para la empresa Asistencia Asesoría y Administración (AAA), con la que participó hasta 1995 teniendo como memorables las batallas que sostuvo contra Juventud Guerrera. Ese mismo año, el Perro Aguayo Jr., también conocido como El Hijo del Perro Aguayo, debutó a los 15 años de edad en una batalla contra Picudo, con quien se jugó la cabellera logrando el éxito, y en la que también estuvo presente Rey Mysterio Jr.
Después de esta pelea, el oriundo de San Diego, California, firmó con la Extreme Championship Wrestling (ECW) en donde debutó derrotando a Psicosis, otra leyenda de la lucha libre, pero en 1998 emigró a la World Championship Wrestling (WCW), en donde tuvo batallas memorables en contra de quien fuera también su amigo, Eddie Guerrero. Tras un corto periodo en el circuito independiente, luchando en la XWF, en el 2002 Mysterio Jr. dio el gran salto para enrolarse con la empresa estadounidense World Wrestling Entertainment (WWE), mientras que El Hijo del Perro Aguayo, a mediados del 2003, emigraba al Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL) acá en México.
En 2005, Aguayo Jr. sostuvo una de las luchas más emotivas de su carrera, pues su padre, Perro Aguayo, regresó del retiro para apostar su cabellera contra Cien Caras y Máscara Año 2000, a quienes dejaron pelones. Mientras tanto, del otro lado “del charco” Rey Mysterio comenzaba a forjarse un lugar en el pancracio, su patada “619” comenzaba a posicionarlo como uno de los grandes ídolos dentro de la lucha libre mundial. “El Perro” formó entonces su propia empresa llamada los “Perros del mal”, con la que reclutó y promovió a varios luchadores y en el 2008 dejó el CMLL para enrolarse, dos años después, nuevamente con la AAA, la misma a la que regresó Mysterio Jr. el 3 de marzo de este año, después de haberse consagrado como luchador profesional y haber obtenido múltiples campeonatos en la empresa estadounidense. Así llegaron hasta la noche del 20 de marzo de 2015, cuando la empresa independiente The Crash los subió nuevamente en un cuadrilátero en Tijuana.
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Cuando terminó la pelea, siendo ya sábado 21 de marzo del 2015, El Hijo del Perro Aguayo ya estaba siendo atendido por los paramédicos que se encontraban en el lugar. Hincado sobre el ring, Rey Mysterio Jr. se mostró preocupado y desconcertado por la situación. Constantemente se persignaba y se llevaba las manos al rostro. Tomó entonces el micrófono y mencionó que era una pena lo que estaba pasando en esos momentos, que lamentaba mucho el accidente y que esperaba que El Hijo del Perro Aguayo prontamente estuviera bien para que pudieran compartir nuevamente un cuadrilátero.
En una camilla improvisada con una puerta de madera sacaron por entre el público al líder de los “Perros del Mal”, totalmente inconsciente. Una gran parte de los presentes le aplaudió al luchador y entre el tumulto se escucharon palabras de aliento para que se recuperara y todo saliera bien. La ambulancia tardó unos minutos en llegar porque también estaban siendo atendidos otros luchadores que habían participado en las funciones preliminares. Cuando el vehículo llegó fue llevado al Hospital del Prado de esta ciudad fronteriza, cerca del auditorio donde se llevó a cabo la función.
Mientras el luchador recibía atención médica de emergencia, en el auditorio el show continuó con el homenaje que se tenía preparado para Rey Mysterio Jr., pero éste se veía desencajado. Las lágrimas corrieron por su rostro e incluso cubrió los ojos con una playera. Le entregaron dos reconocimientos por parte de la empresa que organizó el evento y el público se le entregó por completo.
Rey Mysterio Jr. bajó del ring para atender a su público. Se tomó fotos con los niños, dio algunos autógrafos, incluso me acerqué para fotografiarlo, pero era evidente el desconcierto que mostraba en el rostro. Rey Mysterio Jr. sabía bien que algo grave sucedía a unos cuantos metros del lugar. También sabía que el show debía continuar, que había que cumplir y prosiguió con el protocolo acordado. Pero no se veía contento ni satisfecho. Después de cumplir los deseos de algunos de sus fans tomó sus cosas y se retiró cabizbajo hacia los vestidores.
Más tarde, a la 1:30 de la madrugada del sábado, El Hijo del Perro Aguayo fue declarado muerto por parte del servicio médico del hospital. De acuerdo con la información recabada por mis ex compañeros periodistas del periódico La Jornada Baja California, el director del Servicio Médico Forense del estado, Francisco Acuña Campa, informó que el deceso del luchador había sido por un traumatismo en el cuello con fracturas en tres vértebras cervicales y lesiones en la médula espinal, causado por el golpe que se dio en la cabeza cuando fue lanzado hacia afuera del ring, el cual se terminó agravando con la patada de rutina posterior que le propinó Rey Mysterio Jr.
Tras la noticia, el público afín a la lucha libre en México, y el mundo, de inmediato compartió su consternación. La noticia y videos de la batalla se compartieron rápidamente por las redes sociales. Varios de los que estuvimos aquella noche no lo podíamos creer. La mayoría estábamos en shok después de haber sido testigos de “uno de los hechos históricos más cabrones de la lucha libre”, como me dijera después mi amigo José A. Castrol. Y aunque por un momento deduje que el asunto era grave, por como se presentaron los hechos arriba del ring, jamás imaginé que los resultados tras la lucha serían fatales. Tampoco me esperaba que algunos colegas periodistas lanzaran una sarta de señalamientos buscando de inmediato culpables cuando ni siquiera se habían mostrado interesados por la cobertura de aquel evento.
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Era la fiesta de Rey Mysterio Jr., todo estaba preparado para que fuera su noche. Se había montado todo un show para que “El hijo pródigo de Tijuana” fuera la estrella del evento. La empresa The Crash le tenía toda una fiesta preparada. El público lo sabía, él lo sabía. Desde un principio se había mostrado totalmente agradecido y contento de estar en ese lugar. Pero el resultado final en esa contienda contra El Hijo del Perro Aguayo no era parte del espectáculo.
El sábado al mediodía, a través de su cuenta de Twitter, el propio Rey Mysterio Jr. emitió algunos mensajes de aliento para la familia Aguayo. En otros tuis el ídolo de Tijuana incluso se pregunta “por qué” sobre lo sucedido y dice no entender lo que había pasado. “Apenas se formaba una amistad de hermanos que empezó años atrás y no deberíamos cuestionar los designios de Dios”, comentó en otro tuit.
El último mensaje que emitió el múltiple campeón y ex integrante de la empresa estadounidense WWE, fue a través de su cuenta de Instagram, donde lo compartió acompañado de una foto: “Tube el privilegio de compartir por primera ves un ring con el Hijo Del Perro Aguayo en su debut como luchador profesional y el Honor de estar en el Ring por ultima ves con esta Gran Leyenda! Te Extrañare Perrito RIP Perro Aguayo Jr.” (sic).
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*Esta crónica fue publicada originalmente en marzo de 2015 en la revista Satélite (Morelia, Michoacán). Fue acreedora de una mención honorífica en el Segundo Gran Premio Nacional de Periodismo Gonzo 2016 que convoca la editorial Producciones El Salario del Miedo y la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), con el auspicio entonces de la también editorial Almadía, y también viene publicada en la antología conmemorativa de dicho premio.