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Con tenacidad y esperanza, mujeres y niños en movilidad desafían al régimen migratorio

Foto: Archivo / Joebeth Terríquez
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La movilidad de mujeres, niñas, niños y adolescentes ha cobrado relevancia urgente en los últimos años, particularmente en contextos de violencia, despojo e inestabilidad sociopolítica.

Frida Güiza, docente de la Escuela de Humanidades del CETYS Universidad Campus Tijuana, explora esta temática a fondo a través de un proyecto de investigación cuyo objetivo es entender la subjetividad de mujeres e infancias en movilidad, así como las ideas de futuro que les impulsan, donde la “esperanza” es clave en este estudio.

“La etiqueta migrante se ha convertido en una palabra que denigra y criminaliza a quienes se ven forzados a desplazarse. Es crucial entender que actualmente las razones detrás de la movilidad van más allá de la búsqueda de mejores condiciones materiales de vida; es la respuesta a situaciones extremas como la violencia, el despojo de bienes y la inestabilidad política”, señaló.

En este contexto, la investigación que lleva a cabo destaca atroces realidades que enfrentan las mujeres e infancias en movilidad a diferentes escalas. Desde la violencia doméstica, la criminal y la material.

“Una revisión rápida de las notas periodísticas de los principales lugares de salida como Michoacán, Guerrero, Guanajuato, Chiapas, Guatemala, El Salvador o Haití, nos dan pistas para entender las razones del desplazamiento de las personas, como el crimen organizado, los desastres, la inestabilidad política, el despojo.

“Por supuesto sigue presente y se suma la carencia de medios materiales o la aspiración a mejores condiciones de vida, pero en este momento esto último, no es el principal motivo”, agregó.

Datos del Centro Nacional de Monitoreo de Movilidad y Migración Internacional (Cenammi), de la Secretaría de Gobernación en México, revelan que, de enero a agosto de 2024, se registraron 925 mil 085 personas extranjeras en situación irregular en varios estados de México, particularmente en la frontera sur del país, de las cuales el 26.20% son mujeres y 11.7% son menores de edad.

Cabe señalar que, actualmente en México, el desplazamiento interno se caracteriza por familias que incluyen a las abuelas, las madres y las infancias, quienes mayoritariamente esperan en la frontera norte la cita con la autoridad migratoria o para pasar con un coyote (traficante de personas).

Foto: Archivo / Joebeth Terríquez

“Extraño a mis perros, pero dice mi mamá que allá vamos a tener una casa, voy a ir a la escuela y ella va encontrar un trabajo” cita anónima de infante en movilidad.

“Salimos porque nos amenazaron, querían 7 mil pesos al mes como pago de piso, no alcanzábamos a cubrirlo. Nosotros estábamos bien, con lo que nos manda mi esposo y una tiendita, íbamos saliendo adelante”, cita anónima de mujer en movilidad.

“Me mandaron una foto de mi hija que venía caminando de regreso de la escuela y me dijeron que al jefe de la plaza le gustó. Le llamé a mi hija y le pregunté por donde venía…ese día salimos del pueblo”, cita anónima de mujer en movilidad.

Güiza subrayó la necesidad de que organizaciones gubernamentales y de la sociedad civil que atienden a personas en movilidad, incluyan un enfoque en el bienestar emocional para infancias y mujeres.

“Jugar es una parte esencial para el desarrollo adecuado de cualquier niño. Abordar la salud mental de las mujeres en movilidad es clave por las situaciones de las que están escapando, también porque la espera en los albergues agota y porque ellas asumen la labor de cuidado de la familia.

“Garantizar estos cuidados es tan importante como proporcionar refugio y alimento. Además, es crucial trabajar para eliminar el estigma asociado a la movilidad humana, entendiendo y visibilizando las causas profundas de esta condición”, concluyó Güiza.

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