Recuperar los recuerdos
En el perfil de Facebook aparece un botón que dice sencillamente Recuerdos. Si una persona pulsa allí, de manera inmediata aparece una lista con frases, fotos, videos, enlaces que han compartido a lo largo de su historia por la red social.
Aquí viene lo difícil, por lo menos para mí, porque al ver mi pasado no logro reconectarme con las emociones, con la chispa que me llevó a escribir por ejemplo un sencillo “Te quiero mucho”. Luego viene el pensamiento y la pregunta, ¿era el estado de mi Facebook para alguien en particular o era solamente por decir algo, por estar presente ese día?
La respuesta es: no lo sé, porque, irónicamente no recuerdo, no me importa si el apartado se llama Recuerdos, no llegan a mi mente las emociones o sensaciones con las que está conectada la frase. Me quedo pensando, en realidad el algoritmo no sabe, no distingue esa parte, son solamente datos y paradójicamente en nuestra vida están apareciendo así, los estamos percibiendo así.
¿Nos alejamos de lo que somos, del cúmulo de sentires, decires, vivencias que todavía representamos? ¿Nos estamos acercando a un punto de encuentro con la Inteligencia Artificial o en realidad nosotros somos la Inteligencia Artificial?
¿Tenemos miedo de lo que somos o de lo que seremos?
La Inteligencia Artificial es creación humana, obviamente, pero ya desde hace unos veinte años para acá, he llegado a darme cuenta de que nosotros somos esos seres de rostros cambiantes, de perfiles, de cuerpos cambiantes en la realidad virtual, aunque también en la palpable, muchas veces.
¿Entonces, lo que siento ahora, lo que alcanzo a percibir, esa despreocupación por hacer los recuerdos desde mí misma, desde cero, íntimamente atados a lo que ha sido mi vida, está en peligro de desaparecer? Nos estamos desdibujando, ¿Cómo se sienten? ¿La inteligencia artificial llegará a comprender? ¿Tendrá qué descifrar los estados de nuestra mente, cuando como humanidad, nos cuesta descifrarlos?
Me quedo dando vueltas en los recuerdos, ¿qué sentía cuando tomé tal foto, qué pasaba por mi cabeza, estaba feliz, melancólica, preocupada, abatida?
Hay dudas que nunca se resuelven. Pero mirar los recuerdos es como ver la película de nuestra vida, sin poder editarla, sin ponerle subtítulos. Voy a ese concepto, me parece bueno, pero no lo es, porque en realidad ya me sucedió que a algunas fotos les he puesto frases, poemas, fragmentos de algún texto y aun así, sigo percibiendo esos recuerdos como las memorias de una extraña, me pregunto, ¿por qué puse ese verso, estaba enojada con alguien, conmigo misma o estaba triste o solamente lo dejé ahí porque me gustó? No me reconozco.
Entonces, ¿qué está pasando?, en lugar de utilizar las redes sociales para un uso práctico, a veces nos llevan a la confusión, como un cuaderno en donde se escribe todo con lujo de detalles, punto por punto, primero para no olvidar y en segundo lugar para saber exactamente cómo éramos en ese momento, qué sentíamos, qué pensábamos. Es mucho trabajo, aunque si lo ven, es también interesante.
Los seres humanos estamos hechos de memorias, buenas o malas, situaciones que deseamos olvidar y otras que queremos guardar para siempre; por lo menos esa es nuestra esencia. Todavía no somos capaces se separarnos de lo que ha quedado plasmado en nuestras mentes, ya sea lo personal o lo común: la historia de la humanidad.