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Por más jóvenes estudiando la migración

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Tengo alrededor de tres años recibiendo a estudiantes de otras universidades tanto nacionales como extranjeras bajo un programa denominado Programa Delfín. Lo interesante de ello es que todos estos jóvenes llegan a mi contacto por su interés por el tema de la migración y las fronteras, la mayor parte de ellos estudiantes de derecho. Al mismo tiempo, ser profesor universitario en Tijuana me ha dado la pauta para coordinar ayudantías docentes, ayudantías de investigación y proyectos de clínica legal, en donde cada semestre decenas de jóvenes se involucran y, en todos ellos, el común denominador es el interés por el fenómeno migratorio.

Hace 20 años, cuando apenas me decidía por estudiar derecho, era impensable que los estudiantes siquiera consideraran como opción dedicarse al estudio de la migración, a pesar de que Tijuana constituye una frontera muy transitada y las movilidades humanas han acompañado su historia desde sus inicios. Sin embargo, dos décadas después, esto ha cambiado y ahora los jóvenes han encontrado en la migración un espacio para dialogar desde los derechos humanos, el derecho internacional, el derecho constitucional e incluso desde el derecho administrativo.

Esto por mencionar solo a quienes estudian derecho, pero también valdría agregar a esta lista a estudiantes de relaciones internacionales, sociología, administración pública, historia, etc.

Cuando los estudiantes terminan sus proyectos y se despiden, siempre pienso que eventualmente terminarán dedicándose a otra área y que el atractivo por estudiar la migración fue una situación pasajera y efímera. No obstante, el tiempo me ha mostrado a muchos de ellos continuando en esta trinchera, desde las organizaciones civiles, en el ámbito académico e incluso en instituciones públicas relacionadas con la gestión de las movilidades humanas.

Esto me ha dejado muchos pensamientos y reflexiones. Desde luego que no pienso que sea el factor económico el principal motivo por el que estos estudiantes continúan en esta trinchera, pues al ser un área del derecho incipiente, comparada con otras, los sueldos ofrecidos no son precisamente los más llamativos. Tampoco es una rama de fácil inserción laboral, pues los espacios son reducidos y sumamente competitivos.

Justo mientras me encontraba en el centro de esta reflexión, miré un cartel de una presentación del rapero tijuanense Danger AK que brindará un taller show en los próximos días en esta ciudad, organizado por el Gobierno del Estado de Baja California y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), intitulado “Rap: el hilo que nos une”, en el marco de una campaña denominada: “Hilos que nos unen, historias más allá de las fronteras”.

Esto produjo un click en mi búsqueda de una respuesta y caí en cuenta que estos jóvenes se han percatado del hilo que implica la migración, pues al igual que yo, la mayor parte de ellos proviene de padres y madres que migraron de otras zonas de México, cuenta con familia en Estados Unidos, ha mudado su residencia alguna vez, ha hecho estancias académicas fuera del país por periodos considerables.

Es decir, están conectados con muchísimos movimientos migratorios y eso ha propiciado que se despierte en ellos un genuino interés por estudiar las movilidades humanas, porque al hacerlo, indirectamente están estudiándose y estudiando a sus familias, a su entorno, a su país y, actualmente, al mundo entero.

La razón para escribir sobre esto es porque debemos ser conscientes de las implicaciones positivas que esto va a traer. Pues muchos de estos jóvenes tendrán la misión en un futuro de tomar las decisiones importantes sobre políticas públicas y migratorias, de apoyar con asistencia legal y procurar los derechos humanos de estas poblaciones, de crear y reformar las legislaciones migratorias y de preparar en las aulas a las nuevas generaciones interesadas en estos temas.

Pero la ecuación no termina aquí. El despertar del interés por el fenómeno migratorio no solo refiere a la actividad laboral que habrán de desempeñar estos jóvenes en un futuro, sino que significa una generación más consciente de los derechos humanos, más empática con las historias de vida de quienes deciden abandonar sus residencias en búsqueda de un mejor porvenir, más enterada de la diversidad cultural y étnica, y más alejada de la ignorancia, del desinterés y de la apatía que en muchas ocasiones se traduce en discriminación, xenofobia y racismo. Por más jóvenes estudiando la migración.

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