Por Meda Herrera
Qué manera tan sutil de narrar la migración de países centroamericanos hacia los Estados Unidos. Una historia impactante y hermosa. Amé el personaje de Anita, lo sentí tan real que recordé ciertos testimonios escuchados por conocidos.
Los llamados “mojados” realizan un recorrido donde su vida corre un gran peligro, pero eso no es impedimento cuando se trata de buscar “una vida mejor”. El río Bravo y el desierto son testigos de cuerpos irreconocibles, de miembros amputados, de llantos y temores que se cruzan tras la hazaña de un futuro incierto.
En ‘El viento conoce mi nombre’ pasado y presente se entrelazan para relatar el drama del desarraigo y la redención de la solidaridad, la compasión y el amor. Una novela actual sobre los sacrificios que a veces los padres deben hacer por sus hijos, sobre la sorprendente capacidad de algunos niños para sobrevivir a la violencia sin dejar de soñar, y sobre la tenacidad de la esperanza, que puede brillar incluso en los momentos más oscuros.
Quienes hemos migrado reconocemos el proceso de duelo por el que se pasa. Sabemos que es decisión de cada uno, pero a veces se nos hace tan fácil juzgar en zapatos ajenos, olvidando por completo el humanismo.
