Por Omar Moroyoqui
En Argentina el oficialismo optó de última hora por hacer campaña asustando al votante acerca de un punto muy sensible: los clubes de fútbol.
Durante la última semana se difundieron recortes de entrevistas a Javier Milei, el presidente electo, donde se expresaba sobre el modelo de propiedad con el que figuran jurídicamente los clubes de fútbol en la Argentina: las Asociaciones Civiles (AC) sin ánimo de lucro.
Milei sonriente afirmó que él prefería ganar campeonatos internacionales sin importar si su equipo era administrado por una Sociedad Anónima Deportiva (SAD), lo cual, inmediatamente, produjo una contundente respuesta desde el oficialismo.
¡NO A LAS SOCIEDADES ANÓNIMAS DEPORTIVAS!
Varias pancartas fueron colgadas en diversos estadios y los comunicados oficiales de los clubes se sucedieron uno detrás de otro.
“Se deja estipulado que la Asociación Civil “Club Atlético Independiente” no resignará su identidad y Calificación legal por ninguna otra figura societaria civil o comercial”. Y así todos los grandes, medianos y pequeños clubes del país.
Una sola opinión fue suficiente para que el oficialismo apuntara su mira hacia el enemigo: las Sociedades Anónimas Deportivas.
“Los clubes son de la gente, Milei nos odia”, rezaban las pancartas.
Ahora ¿Qué tan factible es que esto suceda?
Comencemos por el principio, por lo primero y el inicio: no se puede privatizar lo privado.
Los clubes pertenecen a sus asociados, el Estado no interviene en sus decisiones y tampoco los financia aunque si los fiscaliza de una manera amable entendiendo el rol social que cumplen para la sociedad las Asociaciones Civiles.
Al interior de estas instituciones no solo se forman deportistas de primer nivel, sino que también se practican disciplinas deportivas y artísticas amateurs, así es como se fomenta la convivencia comunitaria. Hay piscinas, teatros, asaderos, canchas de tenis, basket, mesas de ajedrez, comedores y un sinfín de áreas recreativas.
Pero ¿Qué sucede en el fútbol profesional?
Es necesario poner sobre la mesa el debate sobre si esa cantidad de millonarios ingresos que genera una actividad como el fútbol profesional puede ser administrada por una comunidad de miles o cientos de miles de socios con una común necesidad de sentirse representados en el campo de fútbol. Es un negocio millonario. Ya no es el fútbol amateur de principios del siglo XX.
¿Viene la oposición por todo eso? Complicado lo tienen.
Para ello se requiere una iniciativa legislativa en las Cámaras Altas y Bajas federales y provinciales y una profunda reforma a los Estatutos de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) que pocos o ningún dirigente de club estará dispuesto a aprobar por lo impopular que resultaría ese voto.
Es decir, de un día para otro no pasará un club de barrio a manos de los saudíes o qataríes como plantea el oficialismo.
Muchos de los clubes que se dicen Asociaciones Civiles (AC) ingresan millones de dólares y, sin embargo, los estadios tienen un sinfín de defectos; goteras, grietas, falta de accesos y adecuadas rutas de evacuación, baños colapsados y añejos.
Financieramente las pérdidas se acumulan y los responsables del desfalco se retiran campantes al finalizar su mandato.
¿Se puede organizar en comunidad una AC cuando están en juego millones de dólares?
Que le pregunten al Club Atlético Independiente.
Desde hace décadas se viene metiendo el miedo a la sociedad argentina acerca de las SAD y de lo peligrosas que son, pero, no estaría de más hacer memoria de cómo los dirigentes democráticamente electos vaciaron sus clubes y acto seguido, la deuda la tuvieron que asumir los socios y, finalmente, debido a todas las actividades que se desarrollan a su interior (deporte, arte, educación), el Estado.
La Ley del del Deporte de 1990 en España, se anticipó a todo ello: aquellos clubes deportivos profesionales que figuren como AC y no presenten superávit, deberán modificar su modelo de propiedad a la SAD. Y si quiebran que quiebren y se refunden, pero la deuda ya no la asumen los contribuyentes.
Sobrevivieron el Athletic Club de Bilbao, el Club Atlético Osasuna, el Real Madrid Club de Fútbol y el Fútbol Club Barcelona. Nadie más.
Todos ellos son responsables de su economía y si tienen déficit, una deuda importante o insalvable deberán optar por buscar un inversor para convertirse en Sociedad Anónima o ir directamente al concurso de acreedores.
En Argentina, un país atravesado por el fútbol, hoy en día se utiliza electoralmente ese argumento falaz de la “privatización” para asustar al votante y al socio de algún club con miras a las elecciones generales del domingo: El club es de los socios ¡NO A LA PRIVATIZACIÓN!
Hace años que los clubes en la Argentina permanecen, tramposamente, bajo el manto de la Asociación Civil, siendo que en los hechos ya pertenecen al poder económico y político, a los líderes sindicales y a su brazo armado: la BARRA BRAVA.
¿Quién asume alguna responsabilidad de las pérdidas?
Excelente